68,12.Corriente feminista defensora de los derechos de la mujer.



68,12. Hoy hay una corriente feminista defensora de los derechos de la mujer. La defensa de los derechos de la mujer comenzó cuando San Pablo mandó a los maridos que amen a sus mujeres.

Esto era algo inaudito en un mundo en que la mujer no era nada.
Incluso algunos filósofos de aquel tiempo dudaban de que la mujer tuviera alma.

Una cosa es la igualdad de derechos ante la ley del hombre y de la mujer, lo cual es justo; y otra que la mujer se ponga a imitar en todo al hombre, perdiendo sus características femeninas que tanto la enriquecen. Pretender hacer de la mujer otro hombre es una equivocación. La mujer tiene sus cualidades específicas que no debe perder, y deben ser para ella de gran valor. La familia es el fundamento de la sociedad, y sin verdaderas mujeres no es posible la familia.

Las feministas quieren hacer una sociedad dominada por las mujeres.

Pero esta sociedad tendría los mismos defectos, o más, que la dominada por los hombres. Pues todo hombre bien nacido siente respeto por la mujer, mientras que las feministas, frecuentemente, muestran desprecio por los hombres.




El feminismo que reivindica los mismos derechos para la mujer que para el hombre ante la ley, es normal y sano, pues hombre y mujer tienen la misma dignidad como persona humana . Delante de Dios no hay distinción entre hombre y mujer . Pero hay otro feminismo revanchista que resulta ridículo. Hay mujeres feministas que quieren ocupar el sitio del hombre en todo. Y algunas lesbianas hasta en el uso del sexo. Las lesbianas suelen ser feministas revanchistas. La mujer debe ser mujer.

El querer ser como el hombre es una equivocación, pues es considerarse inferior al hombre. Y la mujer no es inferior al hombre, es diferente, que no es lo mismo. El hombre y la mujer son distintos en su cuerpo y en su psicología.

Dice la Biblia que «Dios los creó hombre y mujer» (777).

La feminidad es un gran valor para la mujer.

Como dice Juan Pablo ll en su documento de agosto del 88, «Mulieris Dignitatem» , la mujer no puede convertirse en objeto de placer y explotación, pero tampoco debe invadir el terreno propio del hombre, masculinizándose y apropiándose de las características masculinas, y haciéndose un marimacho. La igualdad de derechos de la mujer y el hombre no debe consistir en su masculinización, en deterioro de los auténticos valores femeninos . La identidad de la mujer no puede consistir en ser una copia del hombre; puesto que ella está dotada de cualidades y prerrogativas propias, que le confieren una personalidad autónoma, que siempre se ha de promover y alentar . La mujer debe ser femenina, y el hombre masculino. Cada uno tiene su tarea en la vida, en la reproducción humana y en el servicio de la Iglesia, etc.


La igualdad de derechos de la mujer y el hombre tiene aspectos muy razonables. No se ve por qué una mujer que realiza el mismo trabajo que el hombre y con la misma perfección, no va a tener el mismo sueldo. Afortunadamente esta discriminación se va acabando. Pero hay cosas en que el hombre y la mujer son distintos. El mismo cuerpo humano demuestra la distinta misión específica de cada uno. El hombre tiene los hombros más anchos que la mujer, pues está hecho para la fuerza.

En cambio la mujer tiene las caderas más anchas que el hombre, pues está hecha para la maternidad.

La igualdad de derechos es lógica ante la ley.

En teoría, todos los seres humanos, hombres y mujeres, pueden ser jueces, médicos o taxistas. Pero sólo las mujeres pueden dar a luz un hijo. Y esto por biología y por naturaleza. Porque Dios lo ha hecho así. Por eso la mujer es distinta del hombre en psicología y constitución. Negar esto es un desconocimiento de la psicología humana.

Las feministas quieren ser en todo como los hombres. Esto es una equivocación. Y además, con esto, demuestran su complejo de inferioridad. Por eso quieren ser como los hombres.

La mujer no es inferior al hombre. Es distinta.

«Se ha dicho que la diferenciación sexual de los "caracteres" no serían naturales sino culturales, etc.

La objeción no resiste un mínimo examen de los datos obtenidos por la antropología cultural. Es cierto que una educación dirigida expresamente a ese fin puede conseguir masculinizar a la mujer y feminizar al hombre. Pero si se deja obrar a la naturaleza, la diferenciación sexual es inmediata y clara. Por eso, en millares de culturas estudiadas, la mujer y el hombre tienen la psicología que corresponde a los caracteres sexuales primarios y secundarios.

Antropológica e históricamente esta conclusión está demostrada por los hechos. Las "amazonas" son un mito; y es significativo que no exista un mito equivalente para los hombres. El mito de las "amazonas" equivale a las utopías feministas de hoy.

Nunca mejor empleada la palabra utopía: algo que no existe ni puede existir en ninguna parte. En efecto, el feminismo radical desea una total igualdad entre el hombre y la mujer: igualdad biológica, fisiológica, completa. Como esta igualdad no es posible pese a todos los esfuerzos de las feministas, se busca una igualdad cultural: se tiende a vestir como los hombres (o a que no haya diferencias entre la indumentaria femenina y la masculina), y a hablar como los hombres: si era costumbre social que los 




El feminismo radical no depende sólo de la situación de una cultura, ya que feminismo ha habido en otras épocas. Se trata de un comportamiento psicológicamente patológico, que no acepta la diferente constitución biológica del hombre. La desigualdad sexual hombre-mujer le parece una injusticia de la naturaleza que es preciso corregir.

Pero, como esto no es posible, los movimientos feministas radicales intentan compensarlo con reivindicaciones exaltadas, típicamente femeninas para mayor ironía.

Hacen falta mujeres-madres.
La política la pueden llevar los hombres solos.
La técnica la pueden llevar los hombres solos.
La información, la pueden llevar los hombres solos, etc., etc., etc.
Pero la humanidad no puede subsistir sin mujeres-madres.

La diferenciación sexual masculina y femenina no es obstáculo, en absoluto, para la defensa de la más completa igualdad de derechos en el hombre y la mujer, ya que varón y mujer cumplen plenamente con el contenido biológico y ético del ser humano. La misma diferenciación no es inconveniente para que en determinadas épocas la mujer realice trabajos y funciones hasta entonces sólo confiados a los hombres» (778).

Es evidente que hay cosas más propias del hombre, y otras para las que la mujer está más capacitada. Ignorar las diferencias entre el hombre y la mujer demuestra un desconocimiento total de psicología.

Me parece una equivocación el que algunas mujeres consideren el ocuparse de la casa como una esclavitud, de la que quieren liberarse.

Lo que se hace por amor no se puede llamar esclavitud.
Un mismo trabajo puede hacerse por un sueldo o por amor, y tendrá un valor totalmente distinto.

Muchas mujeres ansían realizarse en una profesión fuera del hogar, pero nada en el mundo las puede realizar más que la maternidad. Las estadísticas dan que gran número de mujeres que evitan los hijos de jóvenes después los desean ardientemente cuando son maduras. Hoy las edades de la mujer en que hay más maternidad es entre los treinta y cuarenta años. Son «madres añosas» , como se las califica en los manuales médicos .

En Estados Unidos las mujeres vuelven al hogar. Según un informe del Departamento de Trabajo, las mujeres estadounidenses no quieren trabajar fuera de casa. Abandonan su empleo remunerado por el de «ama de casa».

Dios quiso que el Redentor viniera al mundo por medio de una mujer:María . 
María es, después de Cristo , la primera persona de la humanidad. Pero a María no la hizo sacerdote. Y esto no fue por estar condicionado por la mentalidad de su tiempo. Pensar que Cristo se dejó influenciar por ello sería ofensivo para Él. Además demostró su independencia del «qué dirán» en su trato con la «pecadora» y la adúltera Jesucristo sólo hizo sacerdotes a varones. No lo hizo a su madre.

Por eso la Iglesia no ordena sacerdotes a las mujeres.

Recientemente ha surgido en el anglicanismo un movimiento a favor de la ordenación sacerdotal de las mujeres . Pero, en su carta apostólica «Ordinatio sacerdotalis» del 22 de Mayo de 1994, Juan Pablo II ha afirmado que esto no se puede hacer, pues Jesucristo sólo ordenó sacerdotes a varones; y la Iglesia no puede hacer cambios importantes en los sacramentos instituidos por Jesucristo. La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe ha afirmado que esta declaración del Papa sobre la ordenación sacerdotal de las mujeres es una declaración definitiva y próxima al dogma .

Las mujeres tienen una gran misión en la vida de la Iglesia, como muestra la historia; pero no la de ser sacerdote. La Iglesia ha defendido siempre la dignidad de la mujer siguiendo el ejemplo de Cristo que en su predicación y en el trato que daba a las mujeres, fue una clara novedad respecto a las costumbres dominantes entonces, que postergaban a la mujer.

En este trato de Cristo a las mujeres estaba ausente la concupiscencia, de la que Cristo carecía.

Hoy está de moda hablar de la sexualidad de Cristo . Sin embargo, dice la Biblia que Cristo «se hizo en todo igual a los hombres menos en el pecado» (779).