100,3. Para salvarse y ganar el cielo, es necesario servir a Dios y guardar los mandamientos . Esto cuesta trabajo, porque nuestras inclinaciones al pecado son muy fuertes, y el demonio -que nos envidia y quiere condenarnos con él- nos pone trampas de tentaciones para que caigamos. Sin embargo, podemos vencer al demonio y a nuestras pasiones. Todo es posible para el que ora . Si se lo pido mucho al Señor y a la Virgen, si confieso y comulgo con frecuencia, y procuro apartarme de las ocasiones de pecar, será casi cierto que me salvaré.
Tenemos en nuestra mano los medios necesarios y suficientes para alcanzar la salvación: quien los pone en práctica convenientemente se salva. Para no apartarse del camino de la salvación en muy conveniente hacer todos los años Ejercicios Espirituales. Hay además tres cosas muy eficaces para conseguir una buena muerte:
comulgar los Primeros Viernes de mes, los Primeros Sábados, y rezar todas las noches tres Avemarías a la Santísima Virgen, que son prenda de salvación eterna.
Aunque, naturalmente, todas las devociones son inútiles si no tenemos sincero deseo de servir a Dios y hacer el bien.
Es necesario pedir mucho nuestra salvación eterna. Quien pide salvarse, con insistencia y de corazón, es cierto que se salvará y, por el contrario, quien no lo pide, no se salvará, ordinariamente hablando. Dice San Alfonso María de Ligorio : «Todo el negocio de la salvación depende de la oración; si no oráis, vuestra condenación será cierta».
100,4. El misterio de la predestinación consiste en la coordinación de la Sabiduría, Bondad y Justicia de Dios, con nuestra libertad. Para nosotros la coordinación de estas cuatro cosas es un misterio.
Pero comprendemos que Dios puede coordinarla. Vamos a intentar dar un poco de luz:
A veces se oye preguntar: «Si Dios es bueno, por qué me crea sabiendo que me voy a condenar» Me hubiera hecho un favor no creándome». Te equivocas. No creándote no te hace ningún favor. Si no existes, no puede hacerte favores. En cambio, al crearte te da el billete de entrada para el cielo, lo cual es un bien inmenso. Si tú rompes esa entrada no es culpa de Dios, sino exclusivamente tuya. Él ya hizo bastante comprándote esa entrada a costa de su vida. Vas a dudar de su Bondad»
Si Dios no creara a los que se van a condenar, haría un perjuicio a los posibles descendientes de esos hombres, que podrían ser excelentes, salvarse y ser eternamente felices. Todos podemos tener en nuestros ascendientes alguno que se haya condenado. Si para que él no se condene, Dios no lo crea, tampoco hubiéramos existido nosotros, y nos veríamos privados de la felicidad eterna que esperamos conseguir.
Si tú quieres condenarte, no por eso va Dios a privar de la felicidad eterna a tantos seres descendientes tuyos (hablo en general) que se querrán salvar y ser eternamente felices .
Además, si Dios creara sólo a los que se iban a salvar, entonces los hombres, seguros de su salvación a última hora, se despreocuparían de hacer buenas obras. El riesgo de la condenación estimula a practicar el bien. Con esto se aumenta el premio eterno. Y Dios considera que esto es motivo suficiente para permitir que otros voluntariamente prefieran ir por el camino de la condenación.
Es verdad que Dios podría enviarnos la muerte aprovechando un momento en que estemos en gracia, o antes de que tengamos uso de razón, si nunca vamos a tener un buen momento. Pero Dios hace plan de dar a cada uno un tiempo de vida determinado, y no lo cambia. Si Dios subordinara el momento de la muerte de cada uno a esperar que esté en gracia, como esto depende de la voluntad del hombre, sería el hombre el que, de alguna manera, determinaría el momento de morir. Y es impropio de Dios subordinarse a los caprichos de la criatura.
Con todo, no es inútil pedir a Dios la curación de un enfermo grave.
Pues como Dios sabía que se iba a pedir por él, pudo, desde la eternidad, teniendo en cuenta esas oraciones, señalar el momento de morir más conveniente.
Debemos tener confianza de que todo lo que Dios hace o permite es en bien nuestro . Todo por amor a nosotros, aunque algunas veces con nuestro pequeño entendimiento no comprendamos los planes de Dios.
La Divina Providencia consiste en las disposiciones por las que Dios conduce, con sabiduría y amor, todas las criaturas hasta su último fin.
«Dios quiere que todos los hombres se salven» (995), y a todos les da las gracias necesarias para ello . Es más, si necesitas un millón, Él te da cinco millones. Dijo Cristo: «Yo he venido para que tengan vida sobrenatural, y para que la tengan en abundancia»(996).
Es decir, que con la gracia que te da, te puedes salvar de sobra. Si no te salvas, es porque no quieres. Dios ha querido que tú pongas algo de tu parte. Si no lo quieres poner, la culpa es exclusivamente tuya.
De ninguna manera de Dios, que con lo que te ha dado, tienes de sobra para salvarte.
Por qué deja Dios esto en muestras manos? Porque sin libertad no hay mérito, y sin mérito no hay salvación.
El hombre es esencialmente racional. El ser racional es necesariamente libre (997).
El ser libre implica autodeterminación en la elección del bien y del mal, por lo tanto ser responsable. Para ser responsable hay que ser libre . Esto es lo que hace posible el mérito necesario para la salvación, y al mismo tiempo la culpabilidad del mal que lleva a la condenación. Si Dios suprimiera la libertad, suprimiría al hombre. Que Dios podía haber elegido otro orden de cosas en el que se condenaran menos» De acuerdo! Y, por qué ha elegido éste? No lo sabemos. No lo ha revelado. Es un misterio.
Lo cierto es que en todo orden de hombres libres es lógico que algunos abusen de su libertad; y que en el actual orden de cosas, que nos ha tocado vivir, quien quiere sinceramente salvarse, con la ayuda de Dios, se salva. Nadie se condena sino por su propia culpa (998).
Dios llama a todos a la salvación; pero la respuesta de cada uno es personal y libre. Y Dios respeta esa libertad.
Vamos a poner aquí un resumen de la Doctrina de la Iglesia sobre predestinación:
1.- Dios quiere que todos los hombres se salven .Todos podemos salvarnos, pues Dios así lo quiere . Para eso nos ha puesto en la vida. Esta voluntad de Dios no es absoluta, la cual no admite excepción; sino condicionada, es decir, con la condición de que el pecador se arrepienta de sus pecados. Para que podamos salvarnos nos da los medios suficientes para ello, como son la gracia y los sacramentos. Basta que nosotros queramos utilizarlos y cooperar con la gracia que Dios nos da, cumpliendo los mandamientos.
2.- Cristo murió por todos los hombres sin excepción .
3.- Dios no niega a nadie las gracias necesarias y suficientes para salvarse .
4.- Nadie se condena sin culpa suya .
5.- Todos podemos salvarnos, pues Dios no pide imposibles, sino que hagas lo que puedas y pidas lo que no puedas, que Él te ayudará para que puedas .
6.- La oración bien hecha y la devoción a María son prenda de salvación eterna.