68,14. El hombre sensual confunde el placer con la felicidad



Su ansia de placer acaba con el verdadero amor, y al rebajar su concepto de la mujer, ha matado la felicidad de su matrimonio .

Es verdad que el amor incluye el sexo ; pero puede haber sexo sin nada de amor: por ejemplo, el que va con una prostituta. Ortega y Gasset en su ensayo «Estudios sobre el amor» analiza la diferencia entre amor y apetito sexual. Dice que no es lo mismo desear que amar: el drogadicto desea la droga, y al mismo tiempo la odia porque sabe que es su ruina.

El deseo es egoísta. El amor es generoso. Cuando deseo, busco algo que me satisface. Cuando amo, busco satisfacer a alguien (782) .

No es lo mismo deseo que amor. 
Al desear busco para mí, al amar quiero el bien de la persona amada. El sediento desea agua para saciar su sed, y un hombre puede desear a una mujer para saciar su lujuria. Pero ni el sediento ama el agua, ni ese hombre ama a esa mujer. Por eso cuando el sediento deja de tener sed, pierde su interés por el agua, y cuando ese hombre encuentra otra mujer que le apetece más, cambia con facilidad de persona. El amor es estable.

A veces las películas exponen la tragedia, no rara en la vida real, de dos amores cruzados. Una persona ama a otra que no le corresponde, y al mismo tiempo es amada por otra que le deja indiferente. Si uno de estos amores es imposible por tratarse de persona casada, es claro que la solución es centrarse en el único amor posible, para ver si es también razonable. Pero si los dos amores son igualmente posibles, a veces la solución no es fácil. Es difícil acertar. Además de la inclinación del corazón, hay que examinar otras cosas para unir el corazón con la cabeza.

Hay una canción que dice que a todo el mundo le gusta cambiar de comida, de trabajo y de amor; pues toda la vida igual resulta insoportable. Pero el amor no es ni una comida, ni un trabajo. El que necesita cambiar de amor es porque tiene la desgracia de que nunca ha amado, y por lo tanto tiene una total ignorancia de lo que es el amor.



El que ama de verdad es feliz viviendo con la persona amada toda la vida
Por eso las frases de amor son: «te querré siempre» , «te querré hasta la muerte» .

Pero quien dice: «te querré sólo una semana, pero la semana que viene querré a otra» , ése no ama. Lo que tiene se llama un ligue, un capricho pasajero, o lo que sea, pero no es amor. El amor, lo es para siempre o no es amor. Un amor condicionado es un amor putrefacto. Un amor «a ver cómo funciona» es un brutal engaño entre los dos. Un amor sin condiciones puede fracasar, pero un amor con condiciones, no sólo es que nazca fracasado, es que no llega a nacer .

Hay personas para quienes sólo vale el momento presente del amor. No les preocupa qué pasará el día de mañana. Estas personas no saben lo que es amar. El enamorado quiere que su amor dure toda la vida.

Desearía que no se acabase nunca. El amor, o es para siempre o deja de ser amor, para convertirse en aventura pasajera.

El vicioso necesita continuamente cambiar a nuevas experiencias; pero el auténtico amor nunca encuentra rutinario lo que es sincera expresión de cariño.

Y naturalmente los que hacen vida sexual sólo por apetencia, para satisfacer un deseo, donde cada uno busca el placer que el otro le proporciona a él, eso, evidentemente tiene que terminar mal. Amor no es el placer que sienten dos estando juntos. Esto puede ser coincidencia de egoísmos. Uno comienza a amar cuando llega a ser capaz de sacrificarse para hacer feliz a la persona amada. El egoísmo es la muerte del amor; mientras que el sacrificio es la verdadera prueba del amor. Cuando los novios se han templado en el sacrificio por el bien del otro, el matrimonio será una delicia . Pero si lo que han hecho de novios es fomentar su egoísmo, es lógico que su matrimonio sea un fracaso.


El amor nunca es egoísta
Todo lo que sea instrumentalizar en busca de la propia satisfacción, no es amor. Y esta instrumentación puede ser simultánea por ambas partes. Incluso en las verdaderas manifestaciones de cariño hay que tener cuidado de no penetrar en el campo de lo que es derecho exclusivo de casados.

Sin virtud y sin amor no puede haber matrimonio feliz. Muchos matrimonios fracasan porque su noviazgo fue una calamidad. Estos matrimonio tenían que fracasar necesariamente. Lo normal es que de un mal noviazgo salga un mal matrimonio, y que de un buen noviazgo salga un buen matrimonio. Habrá excepciones, pero son las menos. El número de matrimonios felices es proporcional al de las parejas que se casan por amor, y no por lujuria. Cuando un chico y una chica se unen en matrimonio sólo porque se apetecen sexualmente es lógico que ese matrimonio sea un fracaso. La convivencia estable de dos personas es imposible que sea agradable si entre ellas no hay verdadero amor.

Muchos creen que se aman y sólo se desean. En Estados Unidos el 50% de los matrimonio de jóvenes menores de veinte años, se divorcian antes de los dos años (783).



La experiencia de la vida demuestra que la unión sexual pasajera es mucho menos satisfactoria que la que realiza una pareja estable que se ama
La libertad sexual, la unión sexual episódica, al principio puede parecer gratificante, pero a la larga deja el alma triste. Por eso quienes van de cuerpo en cuerpo buscando ese tipo de satisfacciones es lógico que terminen hartos de todo, sin ilusión por nada, cansados de vivir, incapaces de amar y resignados a no encontrar esa felicidad duradera con la que toda persona sueña.

Las aventuras sexuales pueden durar más o menos, pero por carecer de amor, suelen terminar mal. Sólo el verdadero amor puede proporcionar una felicidad perdurable. Lo que hacen es animalizar a las personas e indisponerlas para la verdadera felicidad que está en el amor espiritual.

La felicidad de la persona humana no puede reducirse a satisfacciones corporales, que no superan el nivel animal. «Es una experiencia humana que el nivel puramente sexual ni le aporta al hombre una felicidad duradera ni es capaz de satisfacer los anhelos más profundos del corazón» (784).

Muchas personas que han pasado por diversas aventuras amorosas, después, reconocen que han perdido el tiempo, pues no han encontrado el verdadero amor, y ahora sueñan con formar una familia estable, pero ya es tarde.

El amor enriquece el sexo. 
Por eso los novios no deben tener ningún temor a que su vida sexual no vaya a ir bien en el matrimonio. Si se aman de verdad, la vida sexual irá bien. Por eso es un error decir que los novios deben conocerse sexualmente antes del matrimonio. Dice Eduardo López Azpitarte, Catedrático en Granada, que no conoce ningún matrimonio con amor que haya fracasado en su vida sexual. Los fracasos en la vida sexual suelen ocurrir cuando hay falta de armonía en el terreno psíquico pues esto repercute en el terreno sexual.

Algunos dicen que si un chico y una chica se quieren para vivir matrimonialmente no necesitan ningún papeleo burocrático . Eso es muy cómodo, pero no es serio. En la vida todas las cosas serias se formalizan con un documento. Si tú le prestas a un amigo un millón de pesetas, no te basta su palabra, por muy amigo tuyo que sea. Te quedas más tranquilo si te echa una firmita en un papelito. Pues el matrimonio es una cosa muy seria, en la que se pone en juego la educación de unos hijos que necesitan un hogar, y eso no puede estar a merced de una pareja que no quiere comprometerse a vivir juntos, y por lo tanto en cualquier momento difícil, por los que necesariamente pasan todas las parejas, uno de los dos podría dejar al otro plantado y marcharse, a veces, precisamente en una edad en la que será muy difícil encontrar nueva pareja, y la soledad atormentará al otro todo el resto de su vida.

Aparte de que los hijos tienen derecho a un hogar estable indispensable para su educación. Pero además, los niños pueden traumatizarse al darse cuenta del rechazo de los demás por su situación anómala. Y si se casan después de tener el hijo, el trauma puede ser de alguno de la pareja hacia ese hijo que le ha obligado a casarse contra su voluntad. Por eso la Iglesia no está de acuerdo con esas parejas que quieren vivir matrimonialmente, pero sin formalizar el matrimonio .Un mismo acto (coito), cambia de valoración moral si cambian las circunstancias (matrimonio) que pueden conceder un derecho que antes no se tenía.

La base de la felicidad matrimonial está en el amor espiritual entre ambos cónyuges
Éste es perdurable, el que no hastía nunca. Y cuanto más pongas de carnal en tu cariño, menos sitio dejas para lo espiritual. Unas relaciones en las que hay concesiones a la concupiscencia, se rebajan, pierden elevación y espiritualidad, es decir, pierden fortaleza en su vínculo fundamental. En cambio, cuando el instinto es frenado por la virtud, una aureola de elevación ilumina ese cariño, y un autodominio y mutuo respeto fortalece el vínculo que va a unirlos para toda la vida. Cuando se da este amor espiritual, el noviazgo es un tiempo de mutua educación: él se hace más puro, deja ciertos amigos, etc., por darle gusto a ella; y ella viste con más decencia, vence más su genio y sus caprichos, etc., por darle gusto a él. Pero cuando el amor del noviazgo está basado sobre la carne y el instinto, ese amor es egoísta, busca sólo su propia satisfacción. El egoísmo adquirirá en el matrimonio proporciones insospechadas.

Alegría es la satisfacción por haber alcanzado un deseo. Es saborear algo bueno que esperábamos.

La alegría está sobre el placer. El placer está en los sentidos, y la alegría en el alma. La alegría es el camino hacia la felicidad. La alegría es causa de optimismo, satisfacción y regocijo. La alegría enriquece interiormente y hace que la vida merezca la pena de ser vivida.

La felicidad se lleva en el alma. Dijo Frankl en su obra «El hombre en busca de sentido»: «La felicidad no se puede buscar nunca directamente. Sólo puede venir como consecuencia de haber entregado lo mejor de nosotros mismos por una causa noble».

Como dijo el Dr. Rodríguez Delgado, «no es lo mismo placer que felicidad». El placer está en los sentidos. La felicidad en el alma.

El amor tiene dos vertientes, el cariño, que es amor del alma, y el deseo que es amor del cuerpo. El cariño está hecho de ternura, admiración, respeto, etc. El deseo trata de poseer el cuerpo del otro, culminando en la unión sexual. La diferencia entre amor y deseo está en que el amor se siente atraído por las virtudes de la persona, y el deseo por la belleza corporal. El amor es más espiritual, va más dirigido a la belleza del alma. Va surgiendo poco a poco con el trato de la persona querida. El deseo brota más explosivamente. Va dirigido al atractivo corporal. Es más violento, busca expresarse en abrazos y besos frenéticos, que son maneras de tratar de poseer el cuerpo del otro. Son conatos de la unión sexual. El deseo nace del cuerpo. Se siente en el cuerpo, se dirige al cuerpo del otro. El amor es menos explosivo y violento. Es más profundo, más satisfactorio. Más reconfortante. Está hecho de ternura, admiración, respeto e identificación con la persona querida .

A veces se dan solteros, ya mayorcetes, que han encontrado una pareja con quien hacer vida sexual, y no quieren atarse con el matrimonio.

Son unos egoístas que buscan sólo su propia satisfacción, incapaces de amar a nadie, y por lo tanto incapaces de hacer feliz a nadie. Sólo se quieren a sí mismos, y a la larga es inaguantable convivir con ellos.

Quienes de solteros quisieron siempre satisfacer sus caprichos y de novios no tuvieron inconveniente en ceder a sus pasiones, llegan al matrimonio con un alma ferozmente egoísta y un cuerpo ávido de placeres. Como es natural el matrimonio no puede darles todo lo que ellos quieren, y su falta de sentido cristiano les hace infelices incluso en esta vida.

El resultado de esto son los fracasos matrimoniales que vemos por todas partes.

Muchos se quejan de su matrimonio cuando ya no hay remedio, porque un vínculo indisoluble los ata para toda la vida. Pero pocos caen en la cuenta de que su fracaso matrimonial se debe a que tomaron el noviazgo como una diversión, y contrajeron el matrimonio a la ligera, con frivolidad y sensualidad.



Muchos fracasos matrimoniales , muchos matrimonios desgraciados se deben a haber tenido un falso concepto del amor. 

El cine, las novelas, las canciones de la radio y los seriales están llenos de ideas paganas sobre el amor. Quien bebe en esas fuentes, es natural que sienta los efectos del veneno. El matrimonio es una cosa muy seria, y como todas las cosas serias, requiere su preparación adecuada.

La frivolidad, la ligereza, la pasión y el jugar al amor han matado el verdadero amor. Los chicos y las chicas se gustan por el atractivo físico, por el instinto sexual, por la satisfacción que el otro les produce a sí mismos. Y esto es egoísmo, no es amor. Y el egoísmo es caprichoso, voluble, pasajero. Estos amores apasionados y egoístas no pueden dar una felicidad estable. Pronto se cansan y ansían cambiar de objeto.

Los objetos no se aman . Se utilizan para uno, y luego se tiran o se arrumban. Una chica que no se hace respetar se rebaja a ser un juguete. Y los juguetes duran más o menos, pero terminan arrumbados y olvidados. Me escribía una chica: «Padre, es un asco. Todos los chicos vienen a lo mismo. Si no te dejas, no les interesas». El dejarse instrumentalizar por temor al abandono es un disparate, pues quien instrumentaliza no ama, y quien no ama terminará abandonando. Para algunos chicos, las chicas son como esos objetos que llevan una etiqueta que dice: «Tírese después de usarla».

El amor es otra cosa. El amor es dar. Es enriquecer, dignificar, ennoblecer a la persona amada.
Nunca gozarla para sí mismo. Eso es egoísmo .
Y el egoísmo es la muerte del amor, mientras que el sacrificio es la verdadera prueba del amor.

Cuando los novios se han templado en el sacrificio por el bien del otro, el matrimonio será una delicia. Pero si lo que han hecho de novios es fomentar su egoísmo, es lógico que su matrimonio sea un fracaso.

Ya dijo Aristóteles que ´«amar es buscar el bien de la persona amada» (785).
 Santo Tomás de Aquino dijo: «Amar es desear el bien de alguien» (786).
Y Sócrates que «el amor es darse» (787).

Jean Guitton aprendió de niño estos versos que expresan la misma idea:
«Por tu felicidad, daría la mía.
Aunque nunca tuvieras que saberlo.
Con tal de oír alguna vez en la distancia la risa de la dicha, nacida de mi sacrificio».

Y el, muy conocido en Nueva York, Dr. Domínguez:
«El amor, al contrario que el dinero, cuanto más se da, más se tiene; cuanto más generoso, es más grande y más hermoso».
«Amor, no es buscar ser comprendido, sino comprender;
no es buscar ser perdonado, sino perdonar;
no es buscar ser alegrado, sino alegrar;
no es buscar ser amado, sino amar.


Amar, es saber sacrificarse, hasta estrujarse el corazón por la felicidad de la persona amada.
Si no quieres sufrir, no ames;pero, si no amas, para qué quieres vivir?».

El ser humano es persona, no es cosa. El amor integra el respeto a la persona, o no es amor, aunque haya manifestaciones eróticas; pues el amor no consiste en la excitación de los sentidos. El auténtico amor no se dirige sólo al cuerpo, sino a toda la persona.

«El amor es un don en sí mismo y no es posible entregarse a medias. El amor es total, o ya no es amor» (788).

«El amor conyugal es un amor de totalidad. Siendo un amor total, tiene que ser un amor definitivo. Un amor total que tiene reservas en el tiempo, no puede ser un amor total... La totalidad del amor es indivisible... Por su propia esencia es fiel y exclusivo. Un amor total no puede ser compartido con varias personas» (789).

En el sentido más general, puede describirse el carácter activo del amor afirmando que amar es fundamentalmente dar, no recibir...

Dar es más satisfactorio, más dichoso, que recibir; amar, es más importante que ser amado. Al amar, se siente la potencia de producir amor -antes que la dependencia de recibir siendo amado-. El amor infantil sigue el principio: «amo porque me aman». El amor maduro obedece al principio: «me aman porque amo». El amor inmaduro dice: «te amo porque te necesito». La concupiscencia dice: «Te amo porque eres un bien para mí». El auténtico amor dice: «Te amo porque deseo lo que es un bien para ti». El amor recíproco no es el hartazgo de la concupiscencia de cada uno, que es una coincidencia de egoísmos.



La reciprocidad verdadera no puede nacer de dos egoísmos sino que ha de suponer necesariamente el altruismo de cada uno. 

Amar es darse y darse significa limitar su libertad en provecho de otro. La limitación de la libertad podría ser en sí misma algo negativo y desagradable, pero el amor hace que por el contrario, sea positiva, alegre y creadora. La libertad está hecha para el amor... El hombre desea el amor más que la libertad: la libertad es un medio, el amor es un fin .

El único amor perdurable, el que da una felicidad creciente al paso del tiempo, el único amor que da la máxima felicidad posible en este mundo, es el amor que por encima de la satisfacción propia busca el bien de la persona amada, aunque para ello tenga que renunciar a sus propias apetencias.

Amor que se busca a sí mismo, fracasa irremediablemente. El amor eleva, la pasión envilece. El amor que busca el bien de la persona amada, llegará a encontrar la verdadera dicha. La experiencia de la vida confirma la verdad de todo esto. Por eso vale tan poco enamorarse del cuerpo, que es amor sexual. Y en cambio, hay tantas garantías de éxito en el amor del alma, que es espiritual. Si lo que buscas, en lo que llamas amor, es saciar tu sed, no amas, desengáñate. Si lo que buscas es servir, ennoblecer, perfeccionar a la persona amada, felicítate: has encontrado el camino del verdadero amor. Y cuanto más haya de esto, más feliz te hará ese amor.

Considera despacio estas ideas:
-Si te extasías ante su belleza..., es sólo no es amor: es admiración.
-Si sientes palpitar tu corazón en su presencia..., eso sólo no es amor: es sensibilidad.
- Si ansías una caricia, un beso, un abrazo, poseer de alguna manera su cuerpo...,eso sólo no es amor: es sensualidad.
-Pero si lo que deseas es su bien, aun a costa de tu sacrificio..., enhorabuena: has encontrado el verdadero amor.

Con todo hay que tener en cuenta que uno puede sacrificarse no sólo por amor, sino también por deseo. Se pueden hacer grandes sacrificios para obtener cosas: un automóvil, una prenda de vestir, etc.; y las cosas no se aman. Sólo se desean. Y cuando se consiguen se cambian por otra cosa mejor, más buena o más moderna.

«Bajo el nombre de amor circula una mercancía que es su negación y caricatura. Lo grave es que se está vilipendiando el amor verdadero por parte de todos esos falsarios de la sexualidad humana. Lo grave es que a fuerza de presentar una imagen deformada de la sexualidad, se compromete su valor como ser humano» (790).

El sexo normal ya no atrae; se está echando mano a extravagancias y perversiones
Están en venta el sadismo y el masoquismo, y, junto a ellos, la homosexualidad masculina y femenina, y todo lo demás. Se presentan nuevas formas de cohabitación del hombre y de la mujer, como el sexo en grupo, el cambio de parejas, etc. Pero también de estas novedades se irá cansando el consumidor . El ambiente hedonista que nos invade se ríe del amor desinteresado. Sólo le interesa buscar gratificaciones placenteras. No tiene más horizonte que saciar los instintos. No admite otro valor que lo agradable. Éste es el círculo angosto, asfixiante, del erotismo. Aunque, por fortuna, son muchos los ejemplos de un amor generoso, libre de la tiranía del egoísmo y del reduccionismo envilecedor (791).
v Alfonso López Quintás en su libro «El amor humano» expone estas ideas:

«Erotismo es la separación de la sexualidad del amor conyugal con el fin de procurar gratificaciones placenteras. (...) La mera explicación de cómo se obtienen sensaciones placenteras ya constituye, de hecho, una incitación al mero erotismo. No forma para el amor, deforma. Lanza por una vía contraria al verdadero amor.(...) La caricia erótica acaricia el cuerpo, la caricia amorosa acaricia el alma.

El hombre, por ser sensible, siente atracción hacia los estímulos gratificantes. Y esto es para él un valor. Pero como al mismo tiempo es espiritual, no puede tener como meta el disfrutar de los estímulos sensibles placenteros. Para él son superiores la verdad y el bien.

Orientar su vida según una auténtica jerarquía de valores le hace madurar como persona humana y le otorga paz y felicidad. (...) Un hombre no puede ser feliz cuando se realiza a medias. Cuando se queda por el camino presa de atractivos efímeros. El ser humano se realiza cabalmente cuando pone todas sus potencias al servicio de la realización de las posibilidades más valiosas. (...) El hombre debe elegir en cada momento no lo más apetecible, sino lo más conveniente para su desarrollo personal. (...) Lo agradable es un valor. Pero colocar lo agradable en la cima de la escala de valores es hedonismo, que toma como ideal de la vida acumular gratificaciones fáciles y sensaciones placenteras. (...) Haber perdido el sentido del sacrificio debe ser calificado como una de las mayores calamidades del siglo XX.

Desde hace dos siglos se viene interpretando todo sacrificio como una represión y una amputación del verdadero ser del hombre. Es éste un error que puede destruir de raíz nuestra vida personal. (...).

Conceder la primacía a los valores más elevados constituye el núcleo de la virtud humana de la responsabilidad. (...).

 La voluntad al servicio de un ideal valioso adquiere una energía indomable (...). El mayor empeño de nuestra existencia debe ser realizarnos como persona humana (792)