67,6--Bioética- manipulación genética




67,6. En marzo de 1987, la Santa Sede publicó un documento titulado «Donum vitae» sobre Bioética, poniendo barreras morales a la manipulación genética. La Iglesia está a favor del hombre y no acepta que se fabriquen hombres en serie para luego destruirlos cuando ya no interesen.

No puede permitirse el derecho a crear una vida humana con el fin de destruirla después. Leí en el Diario YA, que frente a los seiscientos niños probeta conseguidos, se han destruido veintitrés mil cuatrocientos óvulos fecundados «in vitro»,es decir, que se perdieron el 97,5% de las vidas humanas que se iniciaron (735).

En Francia, en 1986 se consiguieron ochocientos «niños probeta», pero se habían concebido «in vitro» once mil embriones humanos. Es decir, se destruyeron diez mil doscientos seres humanos (736).

El Dr. Justo Aznar, Jefe del Departamento de Biopatología Clínica del Hospital de la Fe de Valencia, dice que por cada niño «in vitro» que nace se pierden cuarenta vidas humanas (737), pues para obtener un niño probeta se fecundan unos cincuenta óvulos. La experimentación científica no puede legitimar esta destrucción de vidas humanas.

El Dr. Jacques Testart cuenta en su libro «El embrión transparente» cómo en la Clínica Clamart donde él trabaja, a veces coinciden en la misma habitación una mujer que va a abortar y otra que está sometida a tratamiento para lograr la fecundación «in vitro». No sería más lógico que la segunda adoptara al niño de la primera, en lugar de que tengan que morir cincuenta niños probeta para que ella consiga uno?.


En la presentación del documento «Donum Vitae», el cardenal Ratzinger dice: «La actividad científica está sometida a la ley ética. La Ciencia no es un absoluto a lo que se puede sacrificar todo, aun la dignidad del hombre». Progreso que va contra la dignidad del hombre no es verdadero progreso.

He aquí algunas ideas del documento «Donum Vitae»:


« Si el progreso tecnológico no está encauzado por la moral, puede atentar contra la dignidad de la persona humana (Introducción n 2). No todo lo que es técnicamente posible es moralmente admisible (Introducción n 4). La Ciencia y la técnica exigen el respeto incondicional a los criterios fundamentales de la moralidad: deben estar al servicio de la persona humana (Introducción n 2). El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el primer instante de su concepción (I,1). Es inmoral producir embriones humanos destinados a ser explotados como "material disponible". Resulta obligado denunciar la particular gravedad de la destrucción voluntaria de los embriones humanos obtenidos "in vitro" con el sólo objeto de investigar (I, 4).

Tanto en el caso de los fetos muertos, como cuando se trata de cadáveres de personas adultas, toda práctica comercial es ilícita y debe ser prohibida (I, 4). Desde el punto de vista moral, sólo es verdaderamente responsable, para con quien ha de nacer, la procreación que es fruto del matrimonio.

 La fidelidad de los esposos, en la unidad del matrimonio, comporta el recíproco respeto de su derecho a llegar a ser padre y madre exclusivamente el uno a través del otro. El hijo tiene derecho a ser concebido, llevado en las entrañas, traído al mundo y educado dentro del matrimonio (II, 1)».

Un hijo concebido con ayuda de un gameto procedente de una tercera persona es propiamente un hijo adulterino. Por lo mismo están prohibidos los «vientres de alquiler» que van contra la unidad del matrimonio, y la congelación de embriones que los expone a posibles manipulaciones contra la dignidad de la persona humana.

Las técnicas que provocan una disociación de la paternidad por la intervención de una persona extraña a los cónyuges (donación del esperma o del óvulo, préstamo de útero), son gravemente deshonestas.


El P. Javier Gafo, S.I., Catedrático de Bioética en la Universidad de Comillas en Madrid, dice: «El desarrollo tecnológico no es un valor en sí absoluto, en nombre del cual pueda legitimarse cualquier tipo de avance. Las nuevas técnicas de reproducción humana pueden llevar a abusivas manipulaciones del embrión y a una degradación de su valor humano». Se pueden realizar verdaderas perversiones. 

+Manipulando el cromosoma de la agresividad se podrían obtener seres humanos de tendencias criminales destinados al terrorismo. La ingeniería genética podría conseguir hombres infradotados para ponerlos al servicio de los listos que los han «producido». Sería una nueva modalidad de esclavitud. Y ningún hombre debe ser explotado por el que es más fuerte que él sea económicamente, sea culturalmente, sea físicamente, sea psíquicamente. Todo hombre, nacido o no nacido, enfermo incurable o desbordante de salud, es hijo de Dios. No puede ser explotado por otro hombre.

El Premio Nobel Dr.Severo Ochoa entrevistado por la periodista Pilar Urbano, dijo: «Muchas veces el hallazgo científico se escapa de nuestras manos y se vuelve contra el hombre».

Evidentemente, no todo lo que es técnicamente posible es moralmente aceptable. Los Medios de Información propagaron que dos lesbianas del país vasco habían tenido un hijo en común: una quedó embarazada con espermatozoide de banco, y el óvulo fecundado fue anidado en la otra.

Esto es una monstruosidad. Ese niño va a vivir traumatizado cuando se entere que es hijo de dos mujeres anormales. Siempre será verdad que toda ciencia necesita de la conciencia. «Las intervenciones sobre el embrión humano sólo son lícitas si tienen como fin la mejora de sus condiciones de vida» (738).

El 24 de Febrero de 1997 todos los medios de información se hicieron eco de la clonación de una oveja en Escocia, quitando el código genético de un óvulo y fecundándolo con otra célula con su código genético. Así se engendra un nuevo ser idéntico al segundo.

Con esta ocasión se multiplicaron los comentarios sobre la aplicación de la clonación al ser humano. Uno de ellos fue el de Juan Antonio Martínez, Delegado de la Conferencia Episcopal Española, que dijo por televisión: «La Ciencia sin conciencia se vuelve contra el hombre».

Efectivamente, sería una monstruosidad que unos hombres «fabricaran» a otros infradotados intelectualmente, sumisos y dóciles, pero muy fuertes físicamente, para su servicio en trabajos duros o peligrosos. Sería una nueva forma de esclavitud.

Por eso la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en su documento «Donum Vitae» (I,6) dice que la clonación humana es contraria a la moral.

En Abril de 1997 se celebró en Oviedo un Convenio de Bioética.

Representantes de veinte países firmaron un Convenio Europeo sobre Derechos Humanos y Biomedicina auspiciado por el Consejo de Europa.

Este documento incluye un anexo especial sobre la clonación humana que la prohibe expresamente. Pone límites a la ingeniería genética y protege a los ciudadanos frente a los avances científicos. (ABC de Madrid del 5-IV-97, pg. 59).