El flirteo es uno de los nombres que se le da a la falsa maniobra de jugar al amor sin comprometerse y sin aceptar sus consecuencias. Es el comportamiento de una pareja que se entrega a maniobras sexuales de mayor o menor alcance, con el agravante de que excluyen toda intención de comprometerse definitivamente.
Los compromisos definitivos son propios de la madurez.
Los que cambian continuamente de capricho son los niños.
Por su misma naturaleza, el flirteo es una mentira. Amar para un rato no es amor. Nadie dice: «Te voy a querer una semana, pero la semana que viene querré a otra persona». Esto se llama capricho, y no amor.
El amor verdadero dice que es para siempre: «te querré siempre , te querré hasta la muerte». El flirteo es la negación misma del amor, y una de sus caricaturas más tristes. Y son profundos los males que acarrea a sus protagonistas. Además del mal moral que lleva consigo, el flirteo suele dejar una profunda huella psicológica de frustración, desengaño, amargura. No produce experimentados sino, más bien, decrépitos. No enseña, sino agosta. Es una mutilación del amor, y con el amor no se juega sin quedar profundamente marcado. Por algo el amor es lo más íntimo y lo más delicado del ser humano.
El flirteo les destroza mucho más a ellas que a ellos. Porque para ellas el amor es algo más profundo, más total, y más definitivo. Cuando dos se quieren, no flirtean, se respetan y se cuidan mutuamente para estar enteros para la empresa de toda su vida. Cuando dos flirtean, piensan que van a pasarlo bien, pero, en realidad, se engañan mutuamente y se dañan en las fibras más delicadas del espíritu. Antes de enamorarte piensa si esta persona te conviene o no. Si te enamoras, no serás capaz de juzgar objetivamente. No empieces a salir con la persona que no te conviene. Si empiezas a salir, acabarás enamorándote; y si te enamoras, te casarás aunque esa boda sea un disparate.
El flirteo puede llevar al matrimonio, pero esto es raro. A lo que lleva es a desvalorizar el sentimiento y a embotar notablemente la potencia de amar. De ahí el desengaño de muchos que, al poco tiempo de casados, se sienten defraudados, fríos, insensibles con su joven pareja.Y es que abusaron de esa potencia de amar durante su juventud; y ahora el matrimonio no les dice nada.
.Además, quien se acostumbra al flirteo, después se cansa de sujetarse a una sola persona Qué va a ser de ese matrimonio? Por eso el noviazgo no es una diversión, ni un placer, sino una escuela preparatoria para el matrimonio, que es una de las misiones más grandes y más serias que Dios ha confiado al hombre y a la mujer.
Un compromiso personal, responsable, maduro y libre necesita preparación. Por eso el flirteo es un juego peligroso que muchas veces termina con resbalones deshonestos, y siempre estropea el corazón dejándolo triste, desilusionado y decepcionado, quizás para siempre; o ligero, superficial y frívolo, incapacitado para amar en serio a nadie.
Dios ha puesto en el corazón humano el amor para que sea en el matrimonio el aliento de las penas, trabajos y sufrimientos. Pero la juventud se ha lanzado a jugar al amor, ha hecho del amor un placer, y como consecuencia tenemos esos matrimonios de corazones cansados, incapaces de amar, precisamente cuando más necesitan el amor para endulzar los sacrificios del hogar.
El corazón necesita un rodaje. Si un motor lo fuerzas antes de tiempo, tendrás un «cacharro» para toda la vida. El rodaje es la vida del motor, y también del corazón. A los aprendices de una pastelería les dejan hartarse de pasteles todo lo que quieran al principio. Al dueño le sale más barato, porque el mal recuerdo de la primera indigestión, los inmuniza para después. Si te indigestas de amor prematuro, luego aborrecerás el amor.
El amor entre adolescente es una imprudencia. Los adolescentes no están todavía maduros, y los amores prematuros pueden ser funestos. Es como hacer pasar camiones sobre un puente de cemento antes de que éste haya acabado de fraguar. El resultado sería un montón de ruinas. Para muchos, el matrimonio es como tirar una moneda al aire y esperar a ver si sale cara o cruz. Eso es una barbaridad. El matrimonio es una cosa muy seria, y como todo lo serio debe pensarse y debe prepararse para que todo salga bien. Los que lo contraen a la ligera es lógico que después fracasen.
Hoy suele decirse que el matrimonio está en crisis. Yo creo que lo que está en crisis es el noviazgo. Muchos jóvenes toman el noviazgo como un juego, con ligereza y frivolidad, no se preocupan de formarse, sólo buscan disfrutar el uno del otro. Así se hacen unos egoístas. No tienen ni idea de lo que es el verdadero amor. Una vez casados, se encuentran egoístas e incapaces de amar. Es lógico que estos matrimonios sean un fracaso.
En una reunión de chicos dijeron que aunque a ellos les gusta flirtear, cuando encuentran una chica enérgica que rehusa, aunque los fastidie al momento, la aprecian mucho más. A su vez las chicas dijeron: los chicos se aprovechan de las chicas que flirtean, pero no por eso las quieren más. A pesar de lo que digan, las desprecian. Al contrario, rabian con la que no se deja tocar, pero de hecho la admiran.
Muchas chicas, por vanidad, procuran despertar el apetito de los chicos. En éstos brota el instinto y procuran sacar de ellas lo que ellas no habían pensado dar. La chica cree que en el chico hay amor; pero lo que hay es instinto pasajero. Cuando el chico, satisfecho, la deja, ella queda con el corazón destrozado.
La mujer es muy impresionable, y las huellas de un fracaso amoroso la atormentan después durante mucho tiempo. El hombre cambia más fácilmente de amor; porque en su amor hay más pasión que sentimiento, y la pasión es más voluble. Pero la mujer, cuando ama, pone todo su corazón; y si fracasa en su amor, su corazón queda destrozado.
Generalmente, el flirteo termina para la chica con muchos sufrimientos. Ella se adhiere más, es más emotiva. Y después de haber tratado de ese modo a un chico, si éste la deja o no hace caso de ella, la muchacha experimenta el abatimiento, el desengaño, el amor defraudado y no correspondido...Se creyó interesante, se creyó amada, soñó ilusiones..., y todo vino a parar en juego.
El flirteo puede llevar al matrimonio, pero esto es raro. A lo que lleva es a desvalorizar el sentimiento y a embotar notablemente la potencia de amar. De ahí el desengaño de muchos que, al poco tiempo de casados, se sienten defraudados, fríos, insensibles con su joven pareja.Y es que abusaron de esa potencia de amar durante su juventud; y ahora el matrimonio no les dice nada.
.Además, quien se acostumbra al flirteo, después se cansa de sujetarse a una sola persona Qué va a ser de ese matrimonio? Por eso el noviazgo no es una diversión, ni un placer, sino una escuela preparatoria para el matrimonio, que es una de las misiones más grandes y más serias que Dios ha confiado al hombre y a la mujer.
Un compromiso personal, responsable, maduro y libre necesita preparación. Por eso el flirteo es un juego peligroso que muchas veces termina con resbalones deshonestos, y siempre estropea el corazón dejándolo triste, desilusionado y decepcionado, quizás para siempre; o ligero, superficial y frívolo, incapacitado para amar en serio a nadie.
Dios ha puesto en el corazón humano el amor para que sea en el matrimonio el aliento de las penas, trabajos y sufrimientos. Pero la juventud se ha lanzado a jugar al amor, ha hecho del amor un placer, y como consecuencia tenemos esos matrimonios de corazones cansados, incapaces de amar, precisamente cuando más necesitan el amor para endulzar los sacrificios del hogar.
El corazón necesita un rodaje. Si un motor lo fuerzas antes de tiempo, tendrás un «cacharro» para toda la vida. El rodaje es la vida del motor, y también del corazón. A los aprendices de una pastelería les dejan hartarse de pasteles todo lo que quieran al principio. Al dueño le sale más barato, porque el mal recuerdo de la primera indigestión, los inmuniza para después. Si te indigestas de amor prematuro, luego aborrecerás el amor.
El amor entre adolescente es una imprudencia. Los adolescentes no están todavía maduros, y los amores prematuros pueden ser funestos. Es como hacer pasar camiones sobre un puente de cemento antes de que éste haya acabado de fraguar. El resultado sería un montón de ruinas. Para muchos, el matrimonio es como tirar una moneda al aire y esperar a ver si sale cara o cruz. Eso es una barbaridad. El matrimonio es una cosa muy seria, y como todo lo serio debe pensarse y debe prepararse para que todo salga bien. Los que lo contraen a la ligera es lógico que después fracasen.
Hoy suele decirse que el matrimonio está en crisis. Yo creo que lo que está en crisis es el noviazgo. Muchos jóvenes toman el noviazgo como un juego, con ligereza y frivolidad, no se preocupan de formarse, sólo buscan disfrutar el uno del otro. Así se hacen unos egoístas. No tienen ni idea de lo que es el verdadero amor. Una vez casados, se encuentran egoístas e incapaces de amar. Es lógico que estos matrimonios sean un fracaso.
En una reunión de chicos dijeron que aunque a ellos les gusta flirtear, cuando encuentran una chica enérgica que rehusa, aunque los fastidie al momento, la aprecian mucho más. A su vez las chicas dijeron: los chicos se aprovechan de las chicas que flirtean, pero no por eso las quieren más. A pesar de lo que digan, las desprecian. Al contrario, rabian con la que no se deja tocar, pero de hecho la admiran.
Muchas chicas, por vanidad, procuran despertar el apetito de los chicos. En éstos brota el instinto y procuran sacar de ellas lo que ellas no habían pensado dar. La chica cree que en el chico hay amor; pero lo que hay es instinto pasajero. Cuando el chico, satisfecho, la deja, ella queda con el corazón destrozado.
La mujer es muy impresionable, y las huellas de un fracaso amoroso la atormentan después durante mucho tiempo. El hombre cambia más fácilmente de amor; porque en su amor hay más pasión que sentimiento, y la pasión es más voluble. Pero la mujer, cuando ama, pone todo su corazón; y si fracasa en su amor, su corazón queda destrozado.
Generalmente, el flirteo termina para la chica con muchos sufrimientos. Ella se adhiere más, es más emotiva. Y después de haber tratado de ese modo a un chico, si éste la deja o no hace caso de ella, la muchacha experimenta el abatimiento, el desengaño, el amor defraudado y no correspondido...Se creyó interesante, se creyó amada, soñó ilusiones..., y todo vino a parar en juego.
Por eso el flirteo hace tanto daño a la mujer: por su sensibilidad. Lo que empieza siendo un juego, llega a interesar su corazón. Cuando termina el juego, el hombre se va tan fresco, pero ella, fácilmente, queda destrozada. A veces incluso incapacitada para otros amores muy superiores a lo que sólo había sido una aventura. Esto es lo que se deduce de la experiencia de la vida.
Y si una chica ha tenido en la vida varias desilusiones de éstas, no correspondidas, ve agriarse su carácter, su humor se modifica y se hace triste y recelosa.
Las chicas deben saber que hay cosas que tienen en ellas una resonancia mucho más profunda, psicológica y espiritualmente, que en ellos. Lo que para un chico puede ser un episodio sin importancia, un pasatiempo o una broma, para una chica es algo que le puede afectar profundamente.
El flirteo no es aconsejable por esos motivos, pero sobre todo porque también puede manchar la pureza. Es muy difícil que una chica que admite el flirteo logre mantener su pureza intachable.
No te dejes llevar enseguida de los impulsos de tu corazón. Lo que caracteriza a la joven es la viveza de su sensibilidad y de su sentimentalismo, es la riqueza de su corazón. Las chicas experimentan en su corazón una gran necesidad de amar, de extender a otros el afecto, y por otra parte sienten lo frágiles que son ante la vida; ávidas de ser amadas y correspondidas con cariño. Y arrastradas por ese sentimiento no se atreven a negar, a veces, lo que su conciencia no les permite conceder. Es muy raro que una joven llegue a la entrega total de su cuerpo por deseo pasional. Es mucho más frecuente que lo haga invadida por una ternura que le impulse a dar lo que se le pide, aunque su conciencia se lo reproche.
Si Dios dio ese corazón a las mujeres, es porque las destinaba a una misión espléndida en el hogar y fuera de él. Se trata de conservar lozano e intacto el corazón.
Tu corazón es un gran tesoro; pero puede ser también, si no se le vigila, la gran ruina. Se acercarán tentadores que querrán gustar de su lozanía, que harán, tal vez, el ofrecimiento de una ternura aparente, y que pueden arrastrarte poco a poco a un amor peligroso e ilegítimo, lejos del camino del deber...Debes guardar el corazón , defender ese tesoro contra los ladrones.
Unas veces será el jefe de oficina que se interesa por la joven mecanógrafa, o un industrial o abogado por su secretaria, o uno de los compañeros de trabajo. No te creas, que porque ese hombre que se interesa por ti, ya esté casado, ofrece una garantía. Al contrario.
El trabajo actual de la joven en fábricas, establecimientos, oficinas, secretarías, etc., la pone en constante contacto con hombres. La mutua atracción puede surgir en cualquier momento; y también una palabra de aprecio, más o menos significativa. A veces ellos saben hacerse compadecer de ellas, haciéndoles confidentes de su desgraciada vida matrimonial, de su soledad...Las palabras bonitas y la llamada a la compasión femenina son armas terribles que pueden hacer vacilar el corazón ingenuo y generoso de una muchacha; si a esto se une, además, la proximidad diaria, y cierta admiración que ella pueda sentir por las cualidades y actividades que él desarrolla, la situación puede terminar en un lío, y, después, en un desastre para la pobre muchacha ingenua que será la más perjudicada.
Muchacha te doy un consejo para tu seguridad:
Nada de conversaciones sentimentales, nada de intimidades y confidencias, nada de cariño con un hombre con quien más tarde no puedas casarte. Cuando en una chica empieza a brotar el cariño hacia un hombre con el cual no puede casarse, debe romper cuanto antes con él, aun a costa de lo que sea: perder el empleo, aparecer como una rara, etc. Cuanto más tarde, peor. Es un engaño decirse: Qué tiene de particular? No llegaremos a nada malo. Por qué voy a renunciar a su amistad y al gusto de su presencia? . Con este engaño empezaron muchas chicas que más tarde no pudieron romper sus lazos amorosos y tuvieron que apartarse de la Iglesia.
Muchas chicas, en su espontaneidad o ingenuidad se han dejado robar el corazón, o algo más.
Un hombre la hace un cumplido..., y su vanidad siente un cosquilleo;multiplica él sus delicadezas y atenciones..., y, naturalmente, siente ella despertarse el interés y la gratitud. Le confía que su esposa no le entiende, que no es feliz en su hogar: «Me equivoqué al casarme con ella. Si te hubiera conocido antes a ti...». Si ella cede a su natural deseo de complacerle, está perdida. Siente vibrar su compasión al mismo tiempo que su sentimentalismo y su vanidad. Él le hace un favor, un regalito, cualquier cosa. La chica no se atreve a rechazarlo, pues en ello no ve mal ninguno. Después una caricia furtiva para ver cómo reacciona ella. Quizás un aparente retroceso para despertar el deseo de ella. Ya está atada. Atada por un sentimiento femenino, respetable por otra parte, de la delicadeza y del agradecimiento. Ya está atada..., y dócil. Y no se atreve a molestar y contrariar a quien se ha mostrado tan delicado. Además, es tan amable y correcto!...
Y la historia continúa sin la menor variante. Pronto vendrá el primer beso, desde luego discreto y respetuoso, la caricia en el cabello, en las mejillas...Al principio la chica se sorprende, no se atreve a oponerse, después acepta, y termina por simpatizar..., y dejarse llevar por la ternura.
El amor desarrolla así su ley psicológica: pasa de lo sentimental a lo sensible, de lo sensible a lo sensual, de lo sensual a lo sexual.
La joven imprudente no suele ceder al primer golpe. Por lo demás, ella no desea los elementos físicos del amor. Siempre había soñado permanecer en el plan sentimental y sensible. Pero..., ante la insistencia, por no contrariarle, termina con la entrega total. Si no rompe a tiempo, valiente y dolorosamente, la actitud de un día se convertirá en un hábito y muy pronto en esclavitud.
El 9 de febrero de 1979 oí en el programa radiofónico «Protagonistas» una carta de una madre soltera de catorce años, que lanzaba un grito de alerta a tantas chicas que juegan con una cosa tan seria como es el sexo. Ella, arrepentida de lo hecho, se lamentaba de lo ocurrido por irreflexión juvenil.
En Nueva York, uno de cada tres nacidos es hijo de madre soltera.
Te lo repito: no te encariñes sino con aquel chico con el cual te puedas casar.
A algunas chicas les gusta coquetear y jugar a despertar el apetito sexual de los chicos. Pero ellos después no se contentan con pequeñeces. Lo quieren todo. Y cuando llega el momento en que ellos se disponen a conseguirlo, ellas se asustan y quieren frenar (con frecuencia sin resultado) lo que ellas mismas desencadenaron tontamente. Una mujer puede sentirse atraída por una aventura más o menos arriesgada. Puede ser vanidad, curiosidad o tontería. Pero difícilmente en el momento de la tentación cae en la cuenta del peligro que corre y de lo mucho que arriesga. Después, cuando sea tarde, derramará lágrimas de arrepentimiento, pero la pérdida puede ser irreparable.