63,5-6-7--La fé en Dios


63,5. Ningún adulto puede salvarse si no hace actos de fe . «Dios no puede dar al hombre adulto responsable el don de su amistad sobrenatural, sino cuando el hombre la acepta previa y libremente» (601).

Si sabes el Credo de memoria, es un magnífico acto de fe. El Credo lo tienes en los Apéndices. Si no lo sabes, aquí te pongo un acto de fe muy breve; pero debe decirse con toda convicción.
  • Creo que Dios existe.
  • Creo que Dios nos dará después de la muerte lo que merezcamos con nuestras obras en esta vida .
  • Creo que hay un solo Dios verdadero en tres Personas distintas.
  • Creo que estas tres Personas son: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
  • Creo que Dios se hizo Hombre y murió en una cruz para salvarnos .

Y si lo quieres en dos líneas:

Creo firmemente en todo lo que la Iglesia dice debemos creer, porque Dios lo ha revelado
.

Para fortificar nuestra fe, deberíamos hacer actos de fe de cuando en cuando, sobre todo en la hora de la muerte.

La fe es como un sexto sentido que nos ayuda a un superior conocimiento de Dios. Quien no tiene fe, no se lo puede explicar. Como una planta no puede explicarse la música, porque no capta nada.

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63,6. La fe no se puede demostrar con argumentos , pues es un don, no una ciencia. Pero pueden darse razones de su credibilidad. La fe supera la razón, pero no la destruye. El motivo de creer no son las razones filosófico-científicas de las verdades reveladas, sino la autoridad de Dios que las ha revelado. Esas razones ayudan a ver que la fe es razonable, pero no son el motivo principal de la fe (Ver n 3 ). Podemos saber que Dios nos ha hablado, y por tanto tenemos obligación de creer lo que Él nos ha dicho .

Estimemos sobre todas las cosas el don divino de la fe; procuremos conservarla con la oración y el estudio, hacerla conocer y amar por los demás, defenderla si es atacada, y pedir a Dios que sea conocida y aceptada por los incrédulos y los infieles.

Al mismo tiempo debemos evitar todo aquello que pueda ponernos en peligro de perderla. Los que descuidan su instrucción religiosa, los que escuchan voluntariamente a los que la atacan, o leen libros o periódicos contra la fe, los soberbios y los impuros se ponen en peligro de llegar a perder este don divino.

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63,7. Si alguna vez oyes una dificultad contra la Religión Católica y no sabes resolverla, no te alarmes por eso. Es imposible que tengas a mano los conocimientos necesarios para resolver todas las dificultades, y para demostrar que la tal dificultad es muchas veces un sofisma, un engaño, un falsear la verdadera realidad de las cosas.

Pero no por eso debes darte por vencido. Acude a una persona que entienda de Religión y pueda resolvértela. Ten la seguridad de que todas las «pegas» contra la Religión tienen su solución, aunque tú no la conozcas. Es más, han sido solucionadas ya muchas veces; pues los enemigos de la Iglesia siempre están repitiendo las mismas cosas, y no se dan por enterados de las soluciones que ya se han dado.

Acerca de los que tienen dificultades contra la Religión hay que tener en cuenta que algunos preguntan para aprender (desean encontrar soluciones a sus dificultades), pero otros preguntan para atacar, y desearían que sus preguntas no tuvieran respuesta, para así tener una excusa al sacudirse de encima el cristianismo porque les estorba .

Para instruirse en Religión es muy conveniente oír conferencias religiosas y leer libros de formación religiosa. Todos debemos preocuparnos de tener una formación religiosa proporcionada a nuestro estado y a nuestra cultura humana y profesional. Al final del libro tienes una lista de libros provechosos.

Cuando en un grupo se entabla una discusión de Religión, verás que, generalmente, los que llevan la voz cantante son los que menos saben de Religión, pero que su ignorancia los hace tremendamente audaces. A éstos es difícil convencerles, porque su amor propio rechazará los mejores argumentos. Pero si en el corro hay gente de buena voluntad, a quienes crees que tu solución puede ser provechosa y disipar errores, expón tu pensamiento con calma y con vista. Te será además útil pasar a la ofensiva, descubriendo la ignorancia religiosa del que disparata.

Con todo, has de procurar no ofender a nadie, si no es necesario. Pero sé fuerte si alguno tiene positivamente mala fe y quiere propagar el mal. Ataca su error aunque se ofenda.

Si alguien toma el arma del ridículo contra la Religión, tómala tú también para defenderla. Es muy importante que consigas que los que se están riendo en el grupo se pongan de tu parte.

Si no te sientes con fuerza para dominar el grupo, has de saber que, después, en particular, te será mucho más fácil hacerles bien, y encontrarás razonables a muchos que en el grupo parecían fanfarrones.




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