62,3-62,4-- La moral católica no es represiva



62,3. El cumplimiento de los mandamientos a veces cuesta trabajo.

Tenemos que frenarnos, renunciar.

Pero los mandamientos nos llevan al cielo. Son como las ruedas del carro, que pesan, pero gracias a ellas puede andar. Un carro sin ruedas no hay quien lo mueva. Dios hace posible por su gracia lo que manda .



62,4. La moral católica no es represiva, como algunos dicen. 

No quita la libertad al hombre. La orienta para que se realice como persona humana. Como las vías del tren que le obligan a ir por un camino, pero ayudan al tren a avanzar y a llegar. Le impiden que se despeñe.

Algunos consideran a Dios como enemigo de la libertad humana, y piensan que el hombre será totalmente libre cuando se emancipe de Dios y de la Religión.
Sin embargo, sometiéndonos a la ley de Dios nos realizamos plenamente como personas humanas, pues nos liberamos de la esclavitud de nuestros instintos desordenados.

 Libertad es la capacidad para poder elegir entre dos valores auténticos. Pero elegir el mal, abandonando el bien, no es libertad sino esclavitud.
El hecho de que algunos prefieran ser esclavos es lamentable. Pero las joyas no pierden valor aunque haya personas que no saben apreciarlo. La libertad con Dios, es auténtica. La libertad sin Dios es un engaño.

Dios no quita libertad para lo bueno, sino para lo malo. Con esto ayuda al hombre. Elegir lo malo es una equivocación. Quitar la libertad para lo malo es un bien.

No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia . El ejercicio de la libertad no implica el derecho a decir y hacer cualquier cosa .

El cristiano se siente libre, no porque hace lo que quiere sino porque quiere hacer lo que Dios manda. Obedece a Dios libremente, sin coacción. «Lo que nos hace libres no es el no querer aceptar lo que sea superior a nosotros, sino el acatar de buena gana lo que está por encima de nosotros»(Goethe).

«Yo soy libre cuando elijo lo que me perfecciona como ser humano. Si actúo sólo en virtud de mis apetencias momentáneas soy esclavo de mi tendencia a tomar lo agradable como valor supremo. Lo agradable es un valor, pero se halla en la parte más baja de la escala de valores» (595).