1.16-Hablar del origen del mundo lleva a pensar en la Creación

Del libro "Para salvarte" del P. Jorge Loring

1,16. Que la Naturaleza se rige según unas leyes es algo indiscutible.
Estas leyes de la Naturaleza, son la base de la Ciencia.

«El hombre de Ciencia sabe que idénticos efectos en idénticas circunstancias presuponen idénticas causas»118. Sin tales premisas la Ciencia resultaría imposible.
Aunque es verdad que algunas veces intervienen tantos factores que es muy difícil predecir de antemano lo que ocurrirá: como si saldrá cara o cruz al echar una moneda al aire. Entonces se acudirá al «cálculo de probabilidades» y estadísticas. De ahí el «principio de indeterminación» de Heisenberg en la microfísica donde tanto desconocemos; pero esto no niega que el resultado se deba a leyes determinadas119.

Admirar la Naturaleza e ignorar a Dios sería como admirar una máquina automática por la perfección de su funcionamiento e ignorar la inteligencia del ingeniero que ha hecho posible esa máquina.
Por eso la Biblia dice que los que no conocen a Dios a través de la Naturaleza son unos necios120. Afirma la Biblia: «Dijo el necio: No hay Dios»121.Y en otro lugar: «Los cielos cantan la gloria de Dios»122 .«Dios se hace visible a través de sus obras, por eso quienes no le glorifican no tienen excusa»123.

El Concilio Vaticano I condena a los que nieguen que la razón humana no pueda demostrar con certeza la existencia de Dios: «La misma Santa Madre Iglesia sostiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana partiendo de las cosas creadas». 124

Carlos Rubbia, Premio Nobel de Física, Director del Laboratorio Europeo para la Física de las Partículas, dice: «Hablar del origen del mundo lleva a pensar en la Creación... Para mí está claro que esto no puede ser consecuencia de la casualidad»125.
Igualmente, la belleza del plumaje de colores de algunos pájaros me hablan del talento del artista que concibió esa armonía de colores.

Donde hay una obra de arte hay un artista. Hasta el blasfemo Voltaire dijo: «No puedo imaginar que haya un reloj sin relojero»126 .
Y André Gide: «Para no creer en Dios es absolutamente necesario abstenerse de mirar la naturaleza y reflexionar sobre lo que vemos»127 .
Por eso «por más que retrocedamos en el tiempo no encontraremos ningún pueblo sin religión, sin creencias, preceptos y ritos cuya finalidad es poner al hombre en relación con la Divinidad»128 .
1,17. A ese ser tan inteligente, que ha hecho la Naturaleza y ha puesto en ella esas leyes tan maravillosas que rigen su funcionamiento, llamamos DIOS129 .
Dice Paul Davies, Profesor de Física Matemática en la Universidad de Adelaida (Australia): «A través de mi labor científica he llegado a creer más y más fuertemente que el universo físico está ensamblado con una dosis de ingenio tan sorprendente que no puedo aceptarlo simplemente como un hecho brutal. Ha de haber, pienso, un nivel más profundo de explicación. si uno quiere llamar “Dios” a ese nivel es una cuestión de definición»130 .

«Los propios hombres de ciencia dan por supuesto que vivimos en un cosmos racional, ordenado, sometido a leyes precisas que pueden ser descubiertas por el razonamiento humano»131 .

Los científicos hablan hoy del Principio antrópico, según el cual «las leyes del universo son exactamente las precisas para que pueda aparecer el hombre sobre la Tierra. Si hubieran sido otras, no estaríamos aquí»132.
Después de lo dicho resulta ridícula la propaganda atea del comunismo.

En el libro Sputnik ateísta” (Moscú 1961, pg. 365) se dice: «A partir de la astronáutica ya no es posible creer en la existencia de Dios. Los sputniks no han descubierto a Dios en su morada celeste»133.
¿Es que pensaban detectar a Dios con el sputnik? El sputnik no detecta a Dios, pero nuestra inteligencia sí.

Las realidades espirituales no se detectan con instrumentos materiales. Los aparatos pueden estudiar el tejido de un lienzo y la composición química de los colorantes, pero no la ilusión y la alegría con que se ha pintado el cuadro.
Dios no es, como dice Feuerbach, discípulo de Hegel, «el producto imaginativo de la indigencia y los deseos del hombre», sino que la afirmación de la existencia de Dios es consecuencia de la búsqueda intelectual al hombre que investiga la razón suficiente de las leyes del cosmos, que suponen la existencia de un Creador inteligente.

«Nada existe sin razón suficiente.
»Si una piedra que estaba en la calle la vemos en lo alto de un edificio, sabemos que no está allí sin “razón suficiente”: alguien la subió.
»Nada existe sin causa adecuada.
»Esa relación causa-efecto es la base de la medicina y de la técnica.

Dios es la causa explicativa del cosmos»134.
No se trata de probar la existencia de Dios por la ciencia; pues la ciencia se basa en hechos experimentales, y Dios no es el resultado de un trabajo de laboratorio. Pero es deducción de los hechos científicos.
La Filosofía razona sobre los datos que da la ciencia, y así podemos llegar al conocimiento de Dios.

«La ciencia de hoy da al hombre moderno materiales para que crea razonablemente» (Profesor Taltavull).

El conocimiento científico tiene un valor, pero no podemos olvidarnos del sentido común. Cuando Descartes dice «pienso, luego existo», su razonamiento es perfectamente válido. Con su «duda metódica» «quiso encontrar un punto de apoyo que fuera incontrovertible»135 .

La Ciencia responde al «cómo» ocurren las cosas; pero no al «por qué». Esto es propio de la Filosofía.
«El hombre siempre ha sido filósofo y científico al mismo tiempo»136.

«La racionalidad científica debe abrirse a la racionalidad filosófica, y viceversa: así lo demandan hoy científicos como Prigogine y d’Espagnat, filósofos realistas como Zubiri y Guitton, y, en fin, filósofos de la ciencia, entre los que tal demanda es hoy un auténtico clamor. (...) Se trata de que no vuelva a producirse la situación humorísticamente descrita por Gilson en estos términos: “nada iguala la ignorancia de los filósofos modernos en cuestiones de ciencia, excepto la ignorancia de los científicos modernos en cuestiones de filosofía”»137.

1,18. Además de las leyes de la Naturaleza, como dice el Catedrático de la Universidad de Madrid, D. Juan Zaragüeta en ABC, las leyes de la conciencia, que mandan practicar el bien y evitar el mal, también nos hablan de la existencia de Dios, «pues nadie se manda a sí mismo, sino que la conciencia recibe las órdenes de un Ser Superior a ella, que es precisamente Dios»138.
Kant escribió: «Hay dos cosas que llenan mi mente de admiración y respeto, el cielo estrellado, encima de mí, y la ley moral, dentro de mí. Para mí son pruebas de que hay un Dios por encima de mí y dentro de mí»139 .

«La Ley moral, la obligación de hacer el bien y evitar hacer el mal, es una ley universal impuesta a todos los hombres: sólo Dios está por encima del hombre y puede imponerle la ley moral»140 grabando en su conciencia esta obligación y el consiguiente remordimiento en caso de incumplirla.

«En lo profundo de la conciencia, descubre el hombre una ley que no se da él a sí mismo, pero a la que debe obedecer; y cuya voz resuena oportunamente en los oídos de su corazón invitándole siempre a amar y obrar el bien, y a evitar el mal: “haz esto, evita aquello”. Porque el hombre lleva en su corazón una ley escrita por Dios»141. Todos los hombres llevan escrito en sus corazones lo que Dios manda o prohíbe, y de ello es testigo la conciencia142. El remordimiento de conciencia es superior a nosotros mismos.

El remordimiento de conciencia, es prueba de la existencia de Dios, pues se impone el reconocimiento de un Ser Superior que nos impone la ley del bien y del mal en nuestro interior. Por eso nos remuerde un asesinato aunque no lo sepa nadie, y nadie pueda enterarse. La conciencia es la voz de Dios que me impone el imperativo moral de hacer el bien y evitar el mal 143.

¿Quién, sino Dios, puede entrar hasta lo más íntimo del hombre para aplaudirle cuando obra el bien y flagelar su alma con el remordimiento cuando ha obrado el mal, aunque no lo haya visto nadie144 ?

1,19. También podemos conocer a Dios por la fe.

Él mismo nos dice quién es, lo que ha hecho, lo que nos ha dado, lo que nos promete, lo que nos enseña, lo que le agrada, lo que quiere de nosotros, etc145.

1,20. es curioso que el número de oro 1,61803398... que determina la proporción áurea, base de la armonía y de la belleza, conocida por los artistas asirios, babilonios, egipcios, griegos, romanos y medievales haya sido hoy confirmada por la electrónica, y resulta omnipresente desde el microcosmos al macrocosmos. Esta armónica proporción de las partes con el todo se encuentra en la zoología, botánica y mineralogía. «Da la impresión de que es uno de los fundamentos sobre los que está construido el cosmos»146 .

Es lo de la Biblia (Sabiduría 11:20): «Todo lo hiciste con medida».

116 JOSÉ M. RIAZA, S.I.: La Iglesia en la Historia de la Ciencia, 2ª, XIII, 3, g. Ed.
BAC. Madrid. 1999.
117 A. KASTLER: Revista La Civiltá Cattolica, 136 (1985) 144.
118 JOSÉ M. RIAZA, S.I.: Azar, Ley, Milagro, X, 7. Ed. BAC. Madrid.
119 JOSÉ M. CIURANA: La existencia de Dios ante la razón,3º, II, A, b. Ed. Bosch.
Barcelona, 1976.
120 Libro de la Sabiduría, 13:1-10; SAN PABLO: Carta a los romanos, 1:20-23.
121 Salmo 14:1.
122 Salmo 19:2.
123 SAN PABLO: Carta a los Romanos, 1:19ss.
124 DENZINGER: El Magisterio de la Iglesia, nº 1785,1806. Ed. Herder Barcelona.
125 Revista ECCLESIA, n.2498 (20-X-1990) pg. 7.
126 VITTORIO MESSORI: Algunas razones para creer, XIV. Ed.
Planeta+Testimonio.Barcelona.2000
127 VITTORIO MESSORI: Algunas razones para creer, XIV.
Ed.Planeta+Testimonio.Barcelona.2000
128 VITTORIO MESSORI: Algunas razones para creer, XIV.
Ed.Planeta+Testimonio.Barcelona.2000
129 PARENTE: De Dios al hombre, II, 4. Ed. Atenas, Madrid.
130 PAUL DAVIES: La mente de Dios, Introducción. Ed. Interamericana de España.
Madrid. 1996131 PAUL DAVIES: La mente de Dios, I,2 . Ed. Interamericana de España. Madrid.
1996
132 RICARDO MORENO: Historia breve del universo, V, 6. Ed. Rialp. Madrid. 1998.
133 RUDOLF LIEBIG: La otra revelación, II, B, b. Ed. Sal Terrae. Santander, 1977.
134 JUAN HUARTE: Evolución y problema religioso, pg. 303. Unión Editorial.
Madrid, 1984.
135 SALVADOR BORREGO: Dogmas y crisis, I. México. 1994.
136 LAÍN ENTRALGO: El cuerpo humano, pg. 228. Madrid. 1989.
137 JUAN LUIS RUIZ DE LA PEÑA: Crisis y apología de la fe, 3ª,VII,2. Ed. Sal
Terrae.Santander.1995
138 ABC, enero 1972.
139 J. GAARDER: El mundo de Sofía, 408 . Siruela. Madrid.
140 JOSÉ M. CIURANA: Pruebas racionales de la existencia de Dios, II, C. a. Ed.
Difusora del libro. Madrid, 1977.
141 CONCILIO VATICANO II: Gaudium et Spes: Constitución pastoral sobre la
Iglesia en el mundo actual, n.16; San Pablo: Carta a los Romanos, 2:15
142 ABC, enero 1972
143 Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, n.1.777
144 JESÚS MARÍA GRANERO, S.I.: Credo, 1º, IV. Ed. ESCELICER. Cádiz.
145 CARLOS M. BUELA: Catecismo de los Jóvenes, 1º, I, 2. Ed. Cruzamante. Buenos
Aires, 1976.
146 VITTORIO MESSORI: Algunas razones para c