Redención 33.1 y 33.2


33.- DIOS SE HIZO HOMBRE PARA REDIMIRNOS DEL PECADO Y DARNOS LA VIDA ETERNA.

33,1. Redimir del pecado es rescatar a precio. Desde el pecado original que cometieron Adán y Eva , las puertas del cielo estaban cerradas y nadie podía entrar allí. Por los méritos de la Redención de Jesucristo se nos perdonan todos nuestros pecados y se nos abren las puertas del cielo. Dios envió a su Hijo para redimir a los hombres :


«Habéis sido rescatados..., con la preciosa sangre de Cristo» (363)«Habéis sido comprados a gran precio». «Él salvará a su pueblo de sus pecados» (364). «Jesucristo se dio a sí mismo como rescate para todos» (365).
«El Hijo del Hombre vino a dar su vida para redención de todos» (366). Cristo murió por nosotros . Cristo murió por todos .

Pero para salvarnos hace falta creer en las verdades reveladas por Dios y hacer buenas obras:
«El que creyere, se salvará; y el que no creyere, será condenado» (367).
«Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos» (368).

Resultado de imagen para el labriego
33,2. Iba el filósofo franciscano irlandés Duns Scoto paseando por un camino y se encontró con un labrador que, sudoroso, hundía la reja del arado en la tierra dura. Empiezan a hablar de Dios. A las pocas palabras el labriego le interrumpe:

- Me permite hacerle una pregunta»
- Vamos a ver.
- Dios lo sabe todo. Dios es infalible. No se puede equivocar. En este instante Dios sabe si me voy a salvar o si me voy a condenar. Ahora bien, si Dios sabe que me voy a salvar, por más que peque, me salvaré; en cambio, si Dios sabe que me voy a condenar, por más que me esfuerce, me condenaré. Por tanto, para qué me voy a preocupar de hacer buenas obras»

- Dios conoce si te salvarás o condenarás, del mismo modo que conoce si este año recogerás una cosecha espléndida o lo perderás todo en una helada. Según tu razonamiento, como Dios ya sabe lo que ocurrirá con tu cosecha, y Dios no se puede equivocar, es inútil que te esfuerces en arar y sembrar la tierra. Recoge tu arado, vete a tu casa y espera a ver qué pasa.

Y abriendo su libro de rezos, siguió su paseo por el camino adelante.
El labriego se quedó sin saber qué decir. A pesar de la ciencia infalible de Dios, si él no sembraba, era cierto que no recogería cosecha.

Y es que el recoger o no recoger cosecha, el que yo me salve o me condene, no ocurre porque Dios ya lo sabe; sino que Dios ya lo sabe desde ahora porque, de hecho, ocurrirá después.

Si tú dejas caer una piedra desde tu ventana, antes de que llegue al suelo, sabes que dará un golpe.
Efectivamente, a los pocos segundos oyes el golpe.

Pero el golpe no ocurrió porque tú lo sabías, sino que tú lo sabías porque de hecho iba a ocurrir necesariamente.

La diferencia está en que nosotros sólo podemos conocer el futuro cuando éste depende de las leyes físicas necesarias, en cambio, Dios conoce también el futuro de los seres libres; pues por Él no pasa el tiempo. Dios conoce ya la película de tu vida, y sabe cómo va a terminar. Pero la película la haces tú, libre y voluntariamente. Saldrá lo que tú quieras.

Si yo veo grabado en vídeo un partido de fútbol, al que he asistido personalmente, sé de antemano el resultado, pero no por eso soy responsable de la goleada. Dios conoce mi futuro, pues para Él todo es presente; pero mi futuro depende de mí.

El que se condena es porque no ha querido cooperar a las gracias que Dios le ha dado:
«Os he llamado y no me habéis escuchado» (369); «Tú eres culpable de tu perdición» (370).

Resultado de imagen para gifs de barras y separadores de cosecha
33,3. Preguntaron a un niño en la escuela:
- Quién creó los demonios"

Respondió:
- Dios los hizo ángeles; pero ellos se hicieron demonios.

Bien respondido. Lo mismo ocurre con nosotros. Dios nos crea para el cielo; pero nosotros nos hacemos merecedores del infierno, si morimos en pecado.

Dios no te condena. 
Eres tú quien te condenas por no cumplir. Lo mismo que no es correcto decir que el profesor suspende. Es el alumno el que se suspende al responder mal. El profesor justo lo único que hace es declarar que el alumno está mal preparado. Lo mismo Dios. Él te crea para que te salves, desea que te salves; pero si no cumples, tendrá que declarar que no eres apto para la salvación, sino para el infierno.