8.- Sin alma inteligente no podríamos progresar.


8,1.- El hombre progresa porque tiene inteligencia. El animal no progresa por-que no la tiene. La vida de las abejas que describió Virgilio hace dos mil años, era exactamente lo mismo que la de hoy (214). Las golondrinas construyen sus nidos hoy lo mismo que hace dos mil quinientos años, según la descripción que entonces hizo Heródoto (215) .

En cambio, el hombre, que empezó viviendo en cuevas, luego construyó chozas y cabañas, y después casas, palacios y rascacielos. Qué diría un sabio de la civilización antigua si resucitara hoy y se encontrara con inventos como el avión y el submarino, la radio y la televisión, la corriente eléctrica y los rayos X »

El hombre -como tiene alma inteligente-, ve, observa, discurre y deduce. El animal -como no la tiene- ve, pero no deduce nada. No sabe discurrir. El animal obra a ciegas. Sigue los instintos que Dios le ha puesto, sin saber por qué.

El instinto es como una máquina automática. Funciona siempre igual.

Lo que impropiamente solemos llamar inteligencia animal es su capacidad para moverse entre estímulos . El animal responde de la misma manera a los mismos estímulos que excitan sus instintos. En cambio el hombre puede modificar sus respuestas al estímulo. Los animales aprenden cosas por asociación de imágenes y sentimientos; pero no son capaces de hacer un silogismo, un raciocinio. Se amaestran a base de palo y golosinas.

Los instintos animales tienen una memoria sensitiva que les impide repetir los mismos errores. Pero esta memoria sensitiva no tiene nada que ver con la memoria espiritual, propia del raciocinio humano, que permite al hombre pasar de lo conocido a lo desconocido, y así hacer posible el progreso, ausente en los animales.

8,2.- La inteligencia humana nos permite pasar de lo conocido a lo desconocido.

En un iceberg los ojos sólo ven la novena parte de la montaña de hielo: debajo del agua hay 8/9 partes que no se ven, pero que puedo conocerlas por mi inteligencia. En 1846 Leverrier descubre y localiza con exactitud, sin haberlo visto jamás, el planeta Neptuno, calculando la desviación de la órbita de Urano. El astrónomo alemán Galle dirigió su telescopio al lugar donde Leverrier le indicaba y allí se encontró con Neptuno.

En 1915 del mismo modo, estudiando las irregularidades en la órbita de Neptuno, Lowell descubrió a Plutón que no pudo ser visto hasta el 12 de marzo de 1930 por Clyde Tombaugh que murió a los noventa años en Mesilla Park (Nuevo Méjico) el 17 de Enero de 1997 .

Actualmente se busca el Planeta X, que se supone a unos diez mil millones de kilómetros del Sol .

La estructura del átomo, formado por neutrones y protones en el núcleo, y electrones en la órbita, fue descubierta por Bohr y Rutherford mucho antes de que el átomo pudiera ser visto. En la EXPO de Sevilla de 1993 pudimos ver un átomo de hidrógeno aumentado mil millones de veces.

Paul Dirac , Premio Nobel de Física, predijo la existencia de los electrones positivos antes de su descubrimiento experimental realizado por el norteamericano Anderson en 1932 .

En enero de 1972 se descubrió en la Sierra de Güéjar (Granada) un yacimiento de fósiles marinos de una antigüedad de más de treinta millones de años, y a una altura de más de mil metros. Esto indica que esas alturas estuvieron un día cubiertas por el mar. Los ojos sólo nos dan la existencia de los fósiles, pero la inteligencia nos dice que esos fósiles sólo el mar pudo dejarlos ahí.

En 1769 James Watt , al ver levantarse intermitentemente la tapadera de una olla puesta al fuego, dedujo la fuerza expansiva del vapor de agua e inventó la máquina de vapor. Más tarde, en 1814, Stephenson construye la primera locomotora del mundo.

¿Cuándo un gato ha inventado una locomotora por ver levantarse la tapa del puchero?» Ningún animal inventa nada. El hombre se diferencia del animal en que gracias a su inteligencia domina a la Naturaleza: domina el frío y el calor con el aire acondicionado, acorta la distancia con los medios de locomoción, aumenta el poder de la visión del ojo con el microscopio, y el alcance del oído con la radio, etc.